Cuando se
viven los sueños, por pequeños que estos sean, merece siempre la pena y en esta
ocasión, de nuevo, la ha merecido.
A pesar de las
esperas, los calores, aperturas y algún que otro despiste no premeditado, la
esencia de la experiencia ha quedado grabada de nuevo en mi memoria.
La actitud del
grupo como siempre inmejorable. El encuadre incomparable, lugares dignos de
acoger grandes eventos, como son: la Concatedral de Guadalajara y la Catedral
de Sigüenza; los músicos "sembrados" en su profesional labor de
acompañamiento; los compañer@s entregados y concentrados, interpretando de
forma sorprendente cada pieza, dada la condición de aficionados que
ostentamos; y la "dire", !que decir ya!, los halagos no harían
justicia a su buen hacer, a la original forma de transmitir y plasmar sobre el
escenario en el que se encuentre la música que fluye de sus manos y se transforma
prodigiosamente en sintonía coral e instrumental de la manera más armoniosa y
sincronizada que pueda uno descubrir.
¡Y ese
público!, que ya reconozco como nuestro, al que gratamente me empiezo a
acostumbrar y al que tanto agradezco sus aplausos, principal causa que motiva
todos nuestros esfuerzos e interés en conseguir el resultado más satisfactorio.
Se escribe así
una página más de este cuaderno de vivencias que no cesan de colmar mis ganas e
inquietud de seguir descubriendo nuevos horizontes musicales y de compartir y
ofrecer lo mejor que hay en mí. Gracias a esa música que siempre tuvo cabida en
mi vida y que ahora descubro en primera persona.