Coro Ciudad de Guadalajara

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jueves, 21 de marzo de 2019

Ser Papá

Cuando piensas que el mundo gira por fin a la velocidad que tu quieres, cuando has ordenado todo tu entorno, tu vida, tu trabajo, tu hogar...

Crees ser el dueño de tu propia existencia y sientes que nada te impide decidir, hacer o deshacer, sólo o en compañía, con la seguridad de que tus aciertos o equivocaciones sólo te afectarán a ti.

Contemplando el mundo desde un pedestal que esa misma certeza te otorga y sin embargo, eres consciente que su apoyo es tan frágil como el cristal. 

Entonces, es cuando llega el momento en el que todo cambia, radical, pero con abrumadora emoción, con una intensidad que sólo puede proporcionar la creación y posterior llegada de una vida que tú mismo has concebido.

Ahora, es cuando he de callar. Mantener el silencio, para con él, poder describir una emoción en el que las palabras sobran, pues no se han escrito por mi conocidas esas que puedan definir un momento que detiene el tiempo, que acalla ruidos, gritos primales y compulsivos y paraliza incluso el movimiento de todo lo que rodea a esa nueva vida. No es más, ni menos, que la presencia de un hijo recién nacido.

Con el pecho henchido a punto del estallido, sin contener nada, sin más sonido en mis oídos que el llanto de ese ser que te llena, aún sin la consciencia despierta para poder asumir la grandeza del momento, empiezas a filtrar las emociones y a sentir los latidos que a partir de ese momento serán los únicos que mantendrán tu vida, tu ilusión y la causa de tu existencia.

Y en el despertar de este cúmulo de emociones, secadas ya las lágrimas que han discurrido en torrente en el interior de tu corazón, amanece un nuevo día,  y empieza desde ese momento otra vida de la que ya no eres dueño.

Ya no controlas la velocidad con la que gira tu mundo, termina el orden y dejas de ser dueño de tu existencia. El pedestal se rompe y empiezas a apoyarte únicamente en su presencia, necesidades, gestos, miradas y sonrisas. Vives con él y para él y deseas que el tiempo, vuelva a pararse de nuevo para siempre.

Eso es para mí ser Papá.

6 comentarios:

  1. Amigo, has puesto al descubierto lo mejor de ti, que es mucho, personal e intimo. Y lo has expresado tan bien, que los tuyos deben estar orgullosos, de esos sentimientos.
    Quiero decirte, que yo también lo estoy, y hoy, que hablo de un padre especial, vengo a pedirte permiso para copiarte, porque si tu que eres la paz en torbellino, cuando sientes latir el corazón de un niño, tal vez sabrías sacar fuerzas del silencio y de la música, para decirle o cantar a un niño especial. Como el "junco" más alto que un castillo, que alguna vez toma café con nosotros.
    ¡Qué misterio! ¡Cuanto amor... para decir lo mismo!
    Un abrazo de corazón. Y Gracias.

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    1. Agradezco como siempre tu buen sentir y tus palabras que son oxígeno para mis pulmones y mi alma.
      Mis palabras son mero reflejo de las gratas vivencias que no sólo me otorga compartir la vida con mis tres retoños, sino también el haber vivido con cada uno de ellos una experiencia indescriptible el día de su nacimiento, en el que mi implicación llegó hasta el mismo momento de palpar el cese del latido del cordón umbilical y poderlo cortar con mis propias manos. Toda una sensación que perdurará para siempre como un vínculo imborrable entre nosotros.
      Mi abrazo cariñoso y sincero agradecimiento.

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  2. Que bonito y cuanta emocion en esas palabras,que bien escribes.
    Un abrazo compi

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    1. Te agradezco mucho Pilar tu comentario. A veces las palabras se adueñan de uno y se escapan de tu mente, sólo hay que dejarlas fluir y acompañarlas de sentimiento.
      Un beso fuerte.

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  3. Hola Carlos.
    Algo sé de tu amor de padre, y ese profundo sentir que tan bien expresas.
    Me haces acercarme a ese momento único cuando el hijo te coge de la mano para no soltarte jamás.
    Sin embargo como dijo Khalil Gibran, "los hijos no vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen..."
    Pero es maravilloso poder compartir amor, cariño, camino y vida mientras estamos por aquí.
    Un fuerte abrazo amigo.

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    1. Angela, qué preciosa afirmación. Cierto que los hijos no son nuestros, son de la propia vida y acompañarlos hasta su vuelo en solitario es el reto y la aventura que debemos disfrutar hasta el máximo.
      Un lujo compartir contigo mis reflexiones.
      Otro abrazo cariñoso para ti.

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