Coro Ciudad de Guadalajara

Coro Ciudad de Guadalajara

lunes, 8 de abril de 2019

¡Apoteósico Stabat Mater de Dvorak!


No ha sido fácil retornar a mi rutina laboral después de la experiencia musical vivida anoche, 7 de abril,  en la Iglesia de San Francisco de Guadalajara.

La melodía de la obra ha quedado tatuada en mi memoria y ya no podré borrar la sintonía que, desde meses atrás, ha formado parte de mi día a día, hasta llegar al punto álgido que ayer pude experimentar.


No ha sido una interpretación más (¡casi ninguna lo es!) de un libreto, el cual me ha permitido descubrir una sensibilidad de composición musical por mí antes ignorada y que me adentra de nuevo, con un entusiasmo casi descontrolado, a esta afición por la música que siento no tiene final. Y nada más cierto, pues un día escuché una compleja explicación matemática asociada a la música, que afirmaba que: la posibilidad de combinaciones existentes en la composición musical es infinita.

Como infinitas son las posibilidades de percibir y sentir el calor del público, que en el día de ayer tuvo una mayor gratitud por mi parte al paliar un inevitable estado de enfriamiento, literal, por las condiciones térmicas a las que estuvimos sometidos en el interior de la nave de la nombrada Iglesia.

Cierto es que ese calor humano se materializó con la abultada presencia de un público que no defraudó. Que, de manera ejemplar, se mantuvo absorto en la obra musical y denotaba perplejidad, asombro y emoción a partes iguales. Transmitiéndonos su sensibilidad en todo momento, lo que enaltecía aún más nuestra interpretación, que llegó a su punto culminante en los últimos compases de la pieza "Quando Corpus Morietur", cuando sin aún disiparse los últimos ecos de la melodía provocó una espontánea y acalorada ovación que dejó henchidos nuestros corazones, que dicho sea de paso ayudó a contener el mío desbocado por el álgido momento.

No puedo más que estar de nuevo agradecido a todos y cada uno de los que han hecho posible este "Stabat Mater" irrepetible, en especial a mis compañeros, cuyo interés y dedicación en el proyecto, como ya he reiterado en varias ocasiones, ha sido digno de un elenco de altura, no menos valorado que si de profesionales se tratara.

¡Y cómo no!, a la artífice del proyecto, la ya reconocida directora Elisa Gómez, cuyo nombre es sinónimo de éxito en este amplio mundo de la música, que consigue transmitir de forma singular y elaborar hasta alcanzar un resultado tan espectacular, proyectos que, sólo su mera propuesta, podrían considerarse inalcanzables desde la perspectiva de aficionados como yo.

Seguiré tarareando esta melodía y esperaré con entusiasmo otra nueva oportunidad de convertir la ilusión en realidad musical.

¡Gracias a todos!

4 comentarios:

  1. Carlos que entrada tan entrañable,que bien describes el buen momento que pasamos cantando el Stabat Mater,un dia para no olvidar jamás.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Pilar. Y siento de veras que no lo pudieras disfrutar más, aunque por tus palabras intuyo que lo suficiente como para, como dices, ¡no olvidarlo jamás!.
      Muchos besos.

      Eliminar
  2. Comparto amigo tu sentir y me hago eco de tus maravillosas palabras.
    Es indescriptible lo que se siente cuando uno está subido allí arriba interpretando una obra de esta magnitud. Vibraciones que quedan en el alma para siempre, porque como apuntas tú sobre la infinitud de las posibilidades de la música, nosotros también somos infinitos.
    Y hay sentires, amistades, amores...infinitos, para siempre.

    Ale, y vete despertando de este sueño, porque como sabes nos espera otro proyecto fascinante.
    Besos Carlos y feliz día.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como siempre Ángela, un placer leerte y compartir contigo está fantástica afición que se hace más grata aún cuando la aunas con la amistad de personas tan auténticas y de verdad como tú. Gracias y como dices, despertemos del suelo para poder dar cabida al siguiente con mayor entusiasmo. Muchos besos.

      Eliminar