No soy escritor, pero escribo, con mayor o menor acierto, a veces torpe, otras inspirado, siempre pensando encadenar las palabras lo mejor que puedo razonar y sin saber a veces si una vez entrelazadas, cobrarán el sentido y sentimiento esperado.
No soy dibujante, pero dibujo y lo hago cada vez que necesito plasmar en un lienzo o en un trozo de papel aquella escena o simple forma que en mi cabeza me ronda, sin excesos, sin más trazo que el que la mina del lápiz me permite, sin más pretensión que transformar el blanco del soporte por imágenes y escenas que sosieguen, que cautiven o que arranquen un simple gesto complaciente.
No soy cantante, pero canto y lo hago con sincero entusiasmo. No sé si bien o mal, - no soy mi mejor crítico -, pero si sé que me completa y consigue rellenar cualquier vacío que tenga y cualquier desánimo que invada mis pensamientos. Y también sé que cuando lo hago por una causa como la de anoche, 26 de octubre, por los niños y niñas tan luchadores y ejemplares como los que vimos proyectados en la gran pantalla del teatro Buero Vallejo de Guadalajara, que nos enseñaron de nuevo su esfuerzo y constancia ante su adversidad, que sonreían con una ternura que trascendía de la imagen y cuyos ojos brillaban con la inocencia de un ser desprotegido pero ilusionado, sin olvidar el homenaje a los profesionales que tan admirable trabajo desempeñan para conseguir que un mínimo gesto o movimiento sea todo un logro y un éxito el alcanzado, es cuando compruebo que todo lo que he hecho ha merecido la pena.
No sé tampoco si ha sido el mejor concierto o no de los tres ya completados, pero nadie me podrá negar toda la entrega e ilusión que este grupo de personas hemos ofrecido de nuevo al público de Guadalajara. Con un arranque especialmente vibrante, con la interpretación adaptada del "The show must go on" de Queen; emocionando al rato con la deliciosa voz de la niña de la Escolanía Diana Martín, con "Over the rainbow", pasando por un popurri de Mecano y tras el descanso, "More than words" de Extreme, dándole un especial color y ternura con las voces de toda la Escolanía. Y como no terminar el concierto con el que se ha convertido ya en el himno del evento, el "Hallelujah" de Leonard Cohen. Y por si hubiera sido poco, de propina, la original interpretación de la ochentera "Eloise" de Tino Casal, adaptada con el inconfundible sello de nuestra directora Elisa Gómez.
En definitiva, no es necesario ser, sino querer, ya que todo lo que hagamos con entusiasmo, ilusión, entrega, emoción y le pongamos todo el corazón, y además sea con una motivación tan especial como esta, nadie podrá decir que no hayas escrito el mejor texto, realizado el mejor dibujo, ni interpretado ¡¡el mejor concierto de tu vida!!. Gracias a tod@s los que habéis contribuido de nuevo a que haya vuelto a sentir esta ilusión y experiencia inolvidable.