La música me acompaña en el camino.

He descubierto que el camino es a veces pedregoso, angosto y sinuoso.
Que los vientos no siempre a favor soplan,
y que la lluvia penetra en tu interior,
aún cuando cubres tu desnudo cuerpo bajo la impávida tormenta.

Que la llama no calienta cuando, aterido y yerto,
corres presuroso a su cálido lamento para calmar tus heridas,
abiertas por el implacable frío como cuchillas hendidas en tu cuerpo.

No dudo que la vida es un suspiro,
que en una bocanada de aire...ya habré consumido.
Y que cuando quiera volver a respirarla,
en mis frágiles pulmones se habrá desvanecido.

No dejo de pensar en lo vivido,
ni en lo que aún me queda por vivir,
y aunque a veces mis ojos desgastados nublen algunas escenas deseadas,
gracias a mi mente, volveré a disfrutarlas de nuevo con ilusión anhelada.

Ahora la vida que me quede por vivir,
la acompañaré con la música aprendida,
descubierta otra vez con emoción;
que como un manjar selecto saciará mi pasión atrás aletargada.

Ya no quedará de sueños mi ilusión desnuda,
creeré otra vez en el presente y en ese futuro incierto que se oculta,
a pesar de todo lo vivido, de todas las escenas contempladas
y de aquellas también imaginadas.

Volveré a disfrutar intensamente los sonidos lanzados hacia el viento,
que soplaré rolando hacia la ramas que se antojen escucharlos
y así mecerlas nuevamente hasta sentirlas del todo adormecidas.

Seguiré transitando ese camino.
Aunque ahora pretendo hacerlo acompañado,
con la música que crecerá conmigo,
que envolverá con cálido ropaje
todo mi ser de nuevo ilusionado.